El reciclaje de móviles se está convirtiendo, cada vez más, en un asunto fundamental a tratar dentro de la política medioambiental de las principales compañías y países.

Solo en España se desechan más de 20 millones de dispositivos al año. De ellos, un 25% son reacondicionados y vuelven al mercado y solo 10% se recicla, quedando el 70% restante sin control de su paradero. Según estas cifras, unos 14 millones de dispositivos son desechados sin control en nuestro país. Parece que, ante tal cantidad, establecer y concienciar a la población de la importancia del reciclaje de móviles se convierte en una asignatura a trabajar entre todos.

¿Qué ocurre si estos dispositivos llegan a vertederos u otros espacios no habilitados para su correcto reciclado? Pues que la huella medioambiental del sector se hace cada vez menos sostenible. Veamos qué materiales se pueden reciclar de nuestros teléfonos móviles.

Materiales en el reciclaje de móviles

Nuestros smartphones están formados por componentes fabricados con plástico (como la carcasa), elementos cerámicos, resina epoxi, acero, cobre y otros metales como aluminio, estaño, plomo, oro, plata o coltán). De estos materiales puede ser reciclado entre el 90 y el 97% mientras que, por ejemplo, el cargador es 100% reciclable (está formada por plástico, hierro y cobre) y la batería, que no se puede reciclar, debe ser separada y enviada a una planta de tratamiento físicoquímico o a un depósito de seguridad.

En 2016 se desecharon en todo el mundo unas 435.000 toneladas de móviles. Lo que supone un desperdicio de unos 9,4 billones de euros en materias primas. ¡Muchísimo!

De ahí, que el reciclaje de móviles haya comenzado a formar parte del fenómeno conocido como minería urbana. veamos en qué consiste. 

La minería urbana

La minería urbana consiste en reciclar los materiales de valor de la basura electrónica y reutilizarlos como materia prima para la fabricación de nuevos productos. El oro, la plata, el cobre o el platino, entre otros materiales, que forman parte de los dispositivos electrónicos son clasificados y seleccionados dentro del proceso de reciclaje de móviles para volver a ser utilizados por los principales fabricantes. 

Tal es la importancia que este proceso de reciclado tiene para el medio ambiente que muchas de las grandes marcas lo utilizan como un argumento de venta que lo diferencia de sus competidores.

Entre los beneficios más destacados de la minería urbana, cabría destacar, además de la reducción de la cantidad de basura electrónica que se genera anualmente, el agotamiento de las reservas de materiales que está produciendo un incremento notable en el precio de algunas materias primas como el manganeso o el níquel.

Normativa

La Unión Europea aprobó en 2002 la primera regulación para el flujo de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos con la Directiva 2002/96/CE del Parlamento Europeo y el Consejo, de 27 de enero de 2003. En ella se sentaban las bases de la necesidad de fabricar aparatos más eficientes y menos contaminantes cuyo tratamiento, una vez convertidos en residuos, fuera más fácil apelando a la responsabilidad ampliada del productor de dispositivos eléctricos y electrónicos. 

El crecimiento continuado de los residuos del sector propiciado por unos ciclos de innovación cada vez más breves, supusieron la sustitución de dicha norma por la Directiva 2012/19/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de julio de 2012, que incorpora  principios más actualizados sobre el uso eficiente de los recursos y la prevención. Además, se establece como objetivo contribuir a una producción y consumo más sostenible como medida de prevención de la generación de residuos y el fomento de técnicas de tratamiento como la preparación para la reutilización.

Por su parte, la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelo le dedica un título en el que establece por primera vez un marco legal por el que los productores de productos que se convierten en residuos con el uso quedan involucrados en la prevención y gestión de dichos residuos.

Según esta norma, las obligaciones a las que deben someterse los productores en función de los residuos que generan, está ligada al cumplimiento de objetivos y la financiación de su gestión a través de sistemas integrados de gestión (SIG) ejecutados por entidades sin ánimo de lucro como las conocidas Ecoembes (para los envases de plástico), Ecovidrio (para los envases de vidrio), Ambilamp (para bombillas y fluorescentes) o Ecoasimelec y en el caso que nos ocupa.

Finalmente, el Real Decreto 110/2015, de 20 de febrero, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, regula la prevención y reducción de los impactos adversos que causan la generación y gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos sobre la salud y el medio ambiente. En él se determinan los objetivos de recogida y tratamiento de los residuos y los procedimientos de gestión y trazabilidad correcta de los mismos.

El reciclaje de baterías

En el caso del reciclaje de baterías de teléfonos móviles resulta necesario hacer un mayor hincapié pues son componentes que resultan altamente contaminantes si no son gestionadas debidamente. El cobalto, el níquel o el litio, además de ser valiosos si se recuperan, pueden ser muy dañinos para el medio ambiente.

Se estima que a nivel mundial dejan de funcionar unas 180.000 toneladas de baterías al año. De ellas solo se recicla el 54%, principalmente de las que provienen de teléfonos móviles.

El alto coste del proceso de reciclaje de baterías es uno de los factores que contribuye a que no se incremente la cantidad de baterías tratadas. Por ello, empresas como la española Envirobat trabaja conjuntamente con el CSIC en proyectos de innovación para la recuperación de metales valiosos de pilas y baterías como el cinc y el manganeso.

Desde nuestro blog queremos apoyar todas las iniciativas y avances que permitan gestionar de forma eficiente y sostenible los residuos generados por nuestro sector. Te invitamos a compartir con nosotros aquellas campañas o proyectos que conozcas a través de los comentarios.